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Etiquetas: IDD; discapacidades intelectuales; habilidades para la vida; IDD leve
Como padres, a menudo nos centramos en gran medida en el éxito académico de nuestros hijos, y con razón. El conocimiento y habilidades desarrolladas en la escuela son importantes. Sin embargo, las habilidades para la vida son tan importantes como las académicas y, en algunos casos, incluso más. Y si bien algunas personas adquieren estas habilidades de forma natural, otras necesitan que se las enseñen.
Personas con discapacidades del desarrollo intelectual (HECHO) suelen caer en la última categoría, lo que exige que los padres y los educadores aborden el desarrollo de habilidades de manera estructurada y sistemática.
Las habilidades para la vida son actividades diarias que ayudan a una persona a abordar diferentes problemas personales y sociales. Algunas habilidades fundamentales para la vida incluyen:
Estas habilidades son muy diferentes entre sí, pero todas se pueden enseñar utilizando un método sencillo llamado andamio. El andamiaje divide las tareas en pasos manejables, lo que reduce gradualmente el apoyo a medida que el alumno adquiere competencias.
Este enfoque a menudo se resume como «yo quiero, nosotros hacemos, tú haces». Pero, ¿cómo podemos incorporar el andamiaje en nuestras rutinas diarias?
Individuos con discapacidades intelectuales a menudo tienen dificultades con el pensamiento abstracto y las grandes tareas pueden abrumarlos. Para abordar esto, divide la tarea en pasos claros y manejables.
Para mayor claridad, utilice un aviso visual, como una tabla de secuenciación. Escriba cada paso en la tabla e incluya una imagen o un símbolo para facilitar el seguimiento del proceso.
Paso 1 en acción:
Supongamos que le estás enseñando a tu hijo o estudiante cómo limpiar su habitación. Dividirías la tarea en componentes pequeños, como recoger objetos del suelo, poner la ropa en el cesto, limpiar las superficies y hacer la cama. Incluso puedes elegir una subtarea (por ejemplo, hacer la cama) y desglosarla aún más (alisar las sábanas, esponjar las almohadas, alisar una manta).
Tu nuevo lema es «Muestra, no digas». Al demostrar el comportamiento deseado, en lugar de dar una conferencia, estás dando a las personas con discapacidad intelectual la oportunidad de observar e imitar.
Paso 2 en acción:
Si estás trabajando en una habilidad para la vida como regulación emocional, tendrás que modelar cómo actuar con calma en momentos de estrés. Incluso podrías narrar sobre la marcha y decir algo como: «Ahora me siento un poco estresado, pero voy a mantener la calma y a hablar amablemente».
Aquí es donde se ponen manos a la obra y practican las habilidades para la vida juntos. A medida que se sientan más cómodos con la tarea, puedes reducir gradualmente tu apoyo.
Paso 3 en acción:
Si le está enseñando a su hijo o estudiante a preparar la cena, pueden preparar la comida juntos. Incluso podrías brindar algún tipo de apoyo manual, según sea necesario. A medida que se sienta más cómodo con la tarea, puedes dar un paso atrás gradualmente y ofrecerle apoyo y orientación según sea necesario.
Es hora de que intente la tarea por su cuenta. No hay tal cosa como practicar demasiado, así que no dejes de hacerlo hasta que estas habilidades se conviertan en algo natural.
Paso 4 en acción:
En este punto del proceso de aprendizaje, da un paso atrás. Deje que la persona haga las tareas por sí misma, pero esté ahí para guiarla y ayudarla si se le pide. Y sé generoso con tus comentarios positivos: las palabras de aliento ayudan mucho cuando construir la independencia.
Apoyar a las personas con discapacidades intelectuales implica más que técnicas y procesos. Requiere paciencia, empatía y una firme creencia en su potencial. Como cuidadores y educadores, la forma en que abordamos el proceso de enseñanza es tan importante como los pasos que seguimos.
Aprender habilidades para la vida puede ser lento y, a veces, frustrante. El progreso puede parecer gradual y es normal sentirse desalentado.
Sin embargo, cada pequeño paso adelante es un éxito que vale la pena celebrar. Esos momentos, por pequeños que sean, son hitos. Tu paciencia envía un mensaje poderoso: crees en su capacidad para tener éxito y esa creencia puede marcar la diferencia.
Cuando apoyes a una persona con discapacidades intelectuales, recuerda que refuerzo positivo cambia las reglas del juego. Elogiar sus esfuerzos genera confianza y los motiva a seguir progresando.
Si notas que tienen dificultades, resalta lo que han hecho bien y recuérdale lo lejos que ya ha llegado. Estas pequeñas afirmaciones ayudan a impulsarlos a lo largo de su viaje.
El estímulo en acción:
En lugar de decir «Te has perdido un punto al limpiar la mesa», podrías decir: «¡Estás haciendo un gran trabajo limpiando! Repasemos ese lugar juntos, ¡se ve fantástico!»
No hay más confianza que la sensación de competencia. Saber que tiene las habilidades necesarias para valerse por sí mismo es fortalecedor, y lo mismo ocurre con las personas con trastornos de carencia de yodo.
Tener una discapacidad intelectual no impide que una persona domine las habilidades esenciales para la vida; simplemente significa que necesita apoyo adicional a lo largo del camino. Al ofrecerles ese apoyo, les estás ayudando a construir un futuro en el que puedan vivir, crecer y prosperar de forma independiente.
Si necesitas más información, consulta nuestra base de recursos o contacta con nosotros para que podamos ayudar.
Baja sensibilidad sensorial
Sensibilidad sensorial moderada
Alta sensibilidad sensorial
Sensibilidad sensorial muy alta
0-15: Baja sensibilidad sensorial
Baja sensibilidad sensorial
Sensibilidad sensorial moderada
Alta sensibilidad sensorial
Sensibilidad sensorial muy alta
16-30: Sensibilidad sensorial moderada
Baja sensibilidad sensorial
Sensibilidad sensorial moderada
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31-45: Alta sensibilidad sensorial
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Sensibilidad sensorial moderada
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46-60: Sensibilidad sensorial muy alta